Un público de cuarta

Por Pablo Vazquez

Es raro que me encargue de estos temas, pero ayer fui a ver un partido de fútbol en las instalaciones que el aurinegro tiene en Av. Don Bosco al 3200, de la cuarta división.

Hice caso a la invitación de una gran promesa en este deporte como lo es Juan Pablo Cruces, quien metió el gol del empate para la definitiva victoria del local.

No pienso hacer un análisis de lo que sucedió dentro de la cancha, sino contarles algunas cosas protagonizadas por quienes estaban ubicados del otro lado del alambrado.

En las categorías inferiores el público está formado por padres, tíos o amigos de los jugadores, que con equipo de mate en mano, asisten a ver como su ser querido despliega sus dones en el campo de juego. Al menos ese es el principio, que creo, está dentro de lo razonable.

El partido tuvo algunas faltas al principio y con eso alcanzó para que padres se despojaran de sus ropas formadoras para caer en una seguidilla de insultos irrepetibles hacia el árbitro. Mientras un hombre de buzo gris insultaba con todo su alma al portador de una muy fea camiseta naranja y que oficiaba de juez, entraba en acción un efecto de contagio hacia sus pares y junto a ellos algunos niños que los acompañaban.

El insultador oficial del público que alentaba al chivo, deja de agredir, sólo por un segundo, para hacer callar a su hija que sólo repetía, sin saber su significado, las mismas palabras que eufóricamente emitía su progenitor.

Cada jugada, sin importar su tenor, era la excusa para seguir con la actitud por demás repudiable de parte del público. No solo se calentaban los ánimos fuera de la cancha, sino que también hacían que se calentaran dentro de la misma, imagínense a un chico de 18 años que escucha como su padre, el mismo que le marca algunos pasos fundamentales a seguir en la vida, insulta y amenaza a quien debe hacer cumplir un reglamento en una simple partido de fútbol de categorías inferiores

Una vez terminado el partido los padres de Olimpo se mofaban de los chicos de Liniers que con la cabeza agacha se dirigían a los vestuarios. “Le ganamos chiquititos” decía una señora mientras se retiraba con una linda canasta de mimbre y unos lentes de sol que no tenían nada que ver con la lluvia del momento,” jajajja se la dimos, quéjate ahora b...” se sumaba el marido.

Mientras tanto, el árbitro en el medio de la cancha tratando de esquivar las trompadas que lanzaba un señor de lentes con el buzo de Liniers, los jueces de línea trataban de cubrir al anaranjado “Cabeza de fósforo” como le gritaban desde la tribuna.

Vuelvo la vista a la puerta de vestuarios y el equipo de Liniers intentando romper una reja que los separaba del público con el fin, supongo, de ponerle de sombrero la canasta a la desubicada señora y prometiendo una golpiza a su marido, “tenés 50 años y te pones a la altura de un pibe de 18, viejo p….”. Gritó un jugador del chivo.

No habían terminado de copar los vestuarios los integrantes de ambos equipos y ya había “padres” pidiendo la presencia del árbitro para darle lo que ellos creían merecerse. Uno que contenía , en vez de calmarlo le decía al otro , “tranquilo , ya lo vamos a cruzar a ese .. en otras palabras , heredero de madre de dudosa moral”.

Ante el avance de los padres albinegros, el esposo de la señora de los anacrónicos lentes ya la canasta de débil madera, se hizo el tonto y dijo “si yo no dije nada, fue él”, cobardemente señaló a un hombre mayor con lentes que caminaba solo y en silencio. Por suerte este último con solo una mirada logró demostrar que no tenía nada que ver.

En la salida de vestuarios, unos de los jugadores comenzó a tirar piedras a un auto que se alejaba de la cancha y el padre el mismo que minutos antes quería linchar al referí, le decía “ para!!! que estás loco? Cómo vas a hacer eso?? Subí al auto, dale!!!”.

Al contarle a un amigo lo sucedido, me dice “paul , eso es normal siempre pasa”.

Quizás parezca un poco pacato , naif ,tonto o lo que sea , pero me quede muy sorprendido ,con este lamentable espectáculo en las categorías inferiores y la nota justamente la dieron los padres. El problema de alguna manera esta en la respuesta que recibí al comentar lo sucedido, “siempre pasa”, que pena ver como nos acostumbramos a la degradación social y personal, como si nada pasara y lo peor de esto es que con tanta costumbre la gravedad todos los días parece menor, lo que hace que el problema sea cada vez más grande.

La violencia mucha veces, se genera entre otras cosas por que los padres ven al hijo como en un camino al éxito, una salida fácil, o al menos no quieren sentir al chico frustrado ante una derrota , pretenden que su hijo gane , sea el mejor, e incluso genera una rivalidad entre sus pares , también se impone la idea que el resto de los pibes le están robando el lugar. Este tipo de cosas son comunes, técnicos de las inferiores reciben todo el tiempo llamados de los padres exigiendo titularidad.

Esto es algo menor ante los problemas que vivimos y nos toca sufrir, pero es una muestra de los que somos, y nos olvidemos este triste episodio lo dieron los padres.

pablovazquez@laotrabahia.com